El poetastro golpea la puerta

Ver tu manto pálido entre mis pupilas hacerme la vida de ensueño como sueños que son, y saben que estos son irrealidades por lo general. Personas despistadas como yo tejiendo su propio cuento de héroes con finales imaginarios.

Ver tus ojos, jugar bromas como niño o incluso estúpido permitido. Un cero absoluto que se adorna de inquietudes silenciosas y todas desde que descubrió la mezcla de tus cabellos sobre tus hombres risueños.

Tan cerca el horizonte vertical, tu molestia por la presencia, una cama acomplejada detenida entre mi señal de disgusto y mi ánimo teatral. Te amo reina mía hasta que la distancia y la ignorancia se detengan, aun después seguiré con el sentimiento que engorda mi estómago.