Sobre las damas raudas a mi derecha

Cuando uno anda por la calle sin ruta ni destino, siempre sucede que una bella dama cruz rauda por cada costado, uno se inmuta silencioso pero pensativo en la palabra fidelidad, y que chistoso pues no tengo amor.

La idea es que tengo tan profunda la palabra dichosa esa que mis ojos derechos observan el horizonte y no voltean a mirar el lindo trasero que se balancea para los lados (eso dicen en general todos los hombres), pero es que yo soy así.

Prefiero quedarme enamorado de mi imposible, haciendo cólera de su posible, al menos dormimos juntos en roces de sueños, yo siempre espero duerma para poder observarla desde la punta de sus pies hasta los cabellos que coronan su ser.